Hacer parte de la región que ocupa el segundo lugar en desperdicio de comida, frente a una población estimada de 18 mil personas en pobreza extrema, es un desafío para la Gobernación del Quindío. Por tal motivo, siguiendo las directrices del gobernador Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas, avanza de manera silenciosa, pero con paso firme, la construcción de la política pública de Seguridad Alimentaria y Nutricional; un documento con vigencia a 12 años, que busca articular esfuerzos de los sectores de la comunidad en torno a resolver esta problemática.
El encargado de este proceso desde la secretaría departamental de Agricultura, Olmedo Díaz Moncaleano, explicó como el Eje Cafetero es la segunda región donde más se desecha comida en buen estado: “En las casas se consume media libra de arroz, y el cuarto restante se bota, por ejemplo. Estamos desperdiciando los alimentos que podrían ser la base de la alimentación de cerca de 18 mil personas que, en ocasiones, no tienen cómo probar bocado al día”.
A esta circunstancia se suma el hecho de que el Quindío no es autosuficiente con los productos que se consumen internamente; el abastecimiento proviene de regiones como Tolima o la sabana cundiboyacense; algo que podría cambiar de ponerse en marcha la política pública, pero del que ya se ven avances gracias a programas como Alianzas Productivas, que propenden a generar el alimento de las familias productoras.
Ante una situación tan compleja y que requiere de respuestas eficientes y prontas, se adelantan reuniones con entidades como la RAP Eje Cafetero, el Sena, la corporación Mandala, ICBF, FOLU y próximamente con la FAO, en las que se revisan los planes de administraciones anteriores. “Estos planes son hechos por un mandatario para su periodo; la idea con la política pública es que se queda en el tiempo y trascienda el periodo de gobierno, para lograr soluciones pero de manera escalonada. Así también, se busca crear un observatorio para hacerle seguimiento, y tener una fecha de inicio y finalización”, expresó.