Era el año 2000, cuando doña Dora y sus 6 hermanas recibieron, de parte de su hermano, lotes a las afueras de Filandia para que construyeran sus casas. En esa época, el mirador que hoy es el emblema del municipio ni siquiera se había proyectado, y la mejor indicación para orientar a quien no conociera el sitio era decirle que llegara al lado del cementerio. A la nueva urbanización la bautizaron con un nombre que recogía las ilusiones de quienes se convertían en copropietarios: Sueños de Libertad.
Sin embargo, durante 22 años, el nombre pareció marcar su suerte: al no poderse concretar la licencia de construcción por la falta de alcantarillado, todo parecía estar destinado a quedarse como un sueño. “Me decían que esto no iba a tener futuro, pero yo les decía que lo iba a conservar así fuera para alquilárselo a dos terneras. Todas lo vendieron, la última por un millón 800 mil pesos y en pandemia; yo estuve a punto de salir del lote porque la familia estuvo mal”.
El que persevera, alcanza, ya está construido y entregado a la comunidad el tan esperado sistema alcantarillado, ese mismo que Dora esperaba cuando su hija tenía 7 años. La niña creció, ya tiene 31 años y le ha dado a su madre dos nietas, las cuales, dice Dora, “son las nuevas dueñas”. “Es como habernos ganado la lotería, estamos muy agradecidos con el alcalde y el Gobernador que desde que hizo su campaña lo prometió y lo cumplió”