Tras un ejercicio de concertación con los gobernadores de los resguardos indígenas en los que existen sedes educativas en el Quindío, se dio inicio por primera vez en el Quindío a la entrega del Plan de Alimentación Escolar – PAE con enfoque diferencial en estas poblaciones. Un ejercicio que se encuentra alineado con los lineamientos para la Unidad Administrativa para la Alimentación Escolar – UAPA, respetando las determinantes culturales de estas comunidades.
Tatiana Coronado Ospina, coordinadora del PAE del departamento, explicó que desde el 12 de mayo se empezó con la operación en las 5 sedes caracterizadas como indígenas: La Paloma, de la IE Jesús María Morales; y Vista Hermosa, de la IE San Rafael, ambas en Calarcá; Río Verde Alto, de la IE José María Córdoba, en Córdoba; Francisco de Paula Santander, de la IE La Mariela; y Tatadrúa, de la IE Luis Granada Mejía, estas dos últimas en Pijao.
“En las mesas de trabajo con los gobernadores, en las que se contó con la intervención de la trabajadora social, la nutricionista y un ingeniero de alimentos vinculados al equipo del PAE, se determinaron las condiciones bajo las cuales se prestaría el servicio, con diferencias sustanciales al PAE mayoritario en términos, por ejemplo, de la cantidad, que debe ser superior para cubrir las necesidades calóricas de estos niños y niñas que abarcan largos desplazamientos entre sus casas y las aulas, y que se encargan de otras labores de hogar, de acuerdo con sus costumbres. De esta manera, los estudiantes de preescolar a tercero reciben lo equivalente a quienes cursan de sexto a noveno de secundaria, mientras que los cuarto y quinto de primaria obtienen una cantidad similar a los alumnos de 10 y 11”, indicó.
Pero incluso la minuta varia, retomando ingredientes y preparaciones propias de su tradición, pero respetando los valores nutricionales que el PAE debe garantizar. Alimentos como ají, chicharrón, filete de tilapia, yuca, sudaos de papa, muslos de pollo o sidra, hacen parte de las preparaciones ancestrales que quedaron en manos de mujeres de las mismas comunidades que operan como las manipuladoras de estas sedes. Una apuesta por la correcta nutrición de estos estudiantes, dentro de los sabores y saberes de unas comunidades que, pese a exponerse cada vez más a una occidentalización que estandariza sus patrones de consumo y su lectura del mundo, lucha por conservar su identidad.