No era Federer-Djokovic, pero así se sentía. Era un partido esperado durante años, alimentado por el gran nivel de ambas competidoras, que se refleja en sus posiciones en el ranking nacional. La risaraldense Juliana Giraldo Andrade, número 1 del país en bádminton, venía de haber jugado dos partidos más esa misma mañana, uno de ellos en dobles mixtos, por lo que en las gradas del coliseo de la Universidad del Quindío la pregunta era si eso afectaría su condición física de cara a la final.
En medio de un calor infernal y de los cánticos, se anunció el ingreso de ambas jugadoras. En fila y acompañadas de las jueces, entraron Giraldo y María Yulieth Pérez Tangarife, número 2 del país, vistiendo los colores del Quindío. Luego del protocolo, ambas tomaron sus posiciones, y mirándose a los ojos por entre la red que las separaba, asumieron posiciones de ataque que recuerdan a dos ninjas en una cinta oriental. Solo se necesitó del primer set para comprobar que la risaraldense estaba lista para la contienda, mientras que a la quindiana los nervios le pasaban factura. Mientras a Pérez se le quedaban los saques en la red, Giraldo apuntaba al centro de gravedad del cuerpo de su contendora, dejándola sin tiempo de reaccionar y sin ángulo para una contraofensiva. 21-17, el marcador de este primer set, dándole la ventaja a la visitante.
Al iniciar el segundo set, el ánimo de Pérez Tangarife se recuperó, logrando un mejor desempeño. Sin embargo, los remates casi balísticos de Giraldo seguían amenazando la ventaja lograda por la local y que siempre las separó por 3 o 4 puntos. A cada propuesta de la natural de La Tebaida de enviar la pluma a terrenos baldíos del campo contrario, su oponente se hacía omnipresente, llegando con suficiencia y poniendo en aprietos la estrategia. Habría que jugar entonces con astucia, más que con fuerza y velocidad, eligiendo en una fracción de segundo, como ubicar la jugada en las grietas del muro construido. Como resultado de un enfrentamiento tenso entre ambas, el segundo set cerró 14-21, a favor del Quindío, y obligándolas a definir en un tercer segmento.
En el desarrollo del tercer set, el definitorio, se vivió en las gradas un clima de tensión, un silencio gélido que era interrumpido por gritos furiosos de celebración cada que una de las jugadoras lograba mover el marcador a su favor. Pérez Tangarife logró desde sus primeras jugadas, dominar el juego, pero la presencia de Giraldo Andrade era amenazante. Ya al final del set, cuando solo faltaban dos puntos para darle la dorada a la quindiana, erró en un saque, y la risaraldense se acercó aún más, sembrando el miedo y la duda. Pero en medio de lo que se veía como una remontada inevitable, un error milimétrico de Giraldo sentenció el juego, sellando un marcador de 14-21, dándole el triunfo en 2 de los 3 sets a la local, y vistiendo al ‘Corazón de Colombia’ de fiesta, con la tercera presea dorada lograda en Juegos Nacionales.