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ADULTO MAYOR: INCALCULABLE IMPACTO

A través del tiempo el adulto mayor ha estado presente en la sociedad, representándonos desde diversos ámbitos como social, político, religioso, filosófico, psicológico, cultural, científico entre otros, vivenciando y liderando procesos importantes para el desarrollo y sostenimiento de los pueblos; y la etapa de la vejez ha sido cambiante al pasar del tiempo, pasando por estados de superioridad que por sus méritos egregios le hicieron célebres y famosos donde los viejos son considerados los sabios, los poetas y quienes llevaban la sabiduría en su experiencia y estados de subvaloración donde son estereotipados negativamente con representaciones de infantilidad, ridiculización, inutilidad, dependencia, etc.
Diariamente en el mundo una persona llega a sus 60 años y entra a las puertas de esta etapa del ciclo vital, la vejez, y se empieza a denominarse adulto mayor, trayendo implícito consecuencias tanto positivas como negativas. En los países desarrollados la población adulta mayor tiene garantías para su bienestar integral; en Colombia aunque se trata de hacer una aproximación a este estado mediante directrices Nacionales, políticas públicas y programas en pro de los adultos mayores, no se logra crear el ambiente de confort y tranquilidad que necesitan aquellos a quienes les debemos la sociedad que hoy tenemos.
Paralelo a este tema nos encontramos con una situación que aunque muchos sabemos que pasa, pocos son los que se atreven a denunciar, en el caso específico del maltrato al Adult@ Mayor; definido por la OMS como la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que causa daño o angustia a una persona mayor y que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza.
Los tipos de maltrato al adult@ mayor pueden ser de índole físico, causando daño corporal, dolor o deterioro físico, producido por la fuerza o violencia no accidental; psicológico donde se causa angustia, pena, sentimiento de indignidad, miedo, estrés mediante actos verbales o no verbales; sexual, por contacto de cualquier tipo (gestos, insinuaciones, exhibicionismo) no consentidos o a personas incapaces de dar consentimiento; financiero utilización no autorizada, ilegal o inapropiada de fondos o recursos del adulto mayor; negligente o abandono, rechazo, negativa, indiferencia o descuido por atender las necesidades básicas de una persona mayor ya sea voluntaria o involuntariamente por parte de la persona responsable del cuidado del adulto mayor.
En el caso de la mujer adulta mayor una realidad que está recientemente comenzando a visibilizarse gracias a la perspectiva de género, es el trabajo gratuito que realizan tanto en el cuidado de nietos y nietas, como en la continuidad de las tareas del hogar que venían realizando toda su vida.
Según Sara Arber y Jay Ginn, existe aparentemente la posibilidad en la vejez de las mujeres de ampliar sus roles más allá de lo que tradicionalmente realizaban (madres, esposas, trabajadoras asalariadas) por medio de su incorporación a actividades sociales, de ocio, etc. Sin embargo, en la práctica, las adultas mayores siguen estando más ocupadas que los hombres con las obligaciones domésticas y familiares, sobre todo si están casadas, de manera que tienen menos ‘tiempo libre’ que los hombres jubilados. Esto significa que no existe un cese de la acción productiva por parte de las mujeres, sino que en unos casos una prolongación o en otros, el cambio del tipo de actividad que desarrollaban.
En el caso de las abuelas, su rol de cuidadoras se extiende a la tercera generación, siendo un apoyo imprescindible para una gran cantidad de mujeres que se incorporan al trabajo asalariado sin la posibilidad de optar a instituciones como jardines de infancia o contratar una persona que cuide a los hijos e hijas en casa (obviamente también una mujer). Es así que más allá de los beneficios que la psicología otorga a una relación estrecha entre ambas generaciones (alianza, complicidad, afecto, etc.), la carga que están soportando estas mujeres mayores y su significativo aporte en tiempo de trabajo no está aún reconocido ni valorado como tal, dado que se asume que es el curso natural de cuidado que ya venían haciendo.
Esta situación está generando en muchas mujeres mayores una sobrecarga tanto física como emocional, la cual provoca una enfermedad denominada “Síndrome de la Abuela Esclava”
El Dr. Antonio Guijarro Morales, Licenciado en Medicina y Cirugía de la Facultad de Medicina de Granada, ha descrito a esta enfermedad como muy común en las mujeres adultas del Siglo XXI, pues el Síndrome de la Abuela Esclava es una situación grave que puede conducir a la muerte, a veces por suicidio.
El Dr. Guijardo expresa que el origen de una “abuela esclava” se observa en una mujer adulta con responsabilidades directas de ama de casa, voluntariamente asumidas con agrado que, por razones educacionales y psicológicas, tiene un extraordinario sentido del orden, la responsabilidad, la dignidad y el pudor. Se hicieron abuelas sin darse cuenta estando en la plenitud de la vida, fuertes, sanas, incluso bellas. Con agrado asumen la crianza y cuidado de los nietos, como si volvieran a ser madres por segunda vez, pero con un carácter aún más placentero, gratificante y cariñoso. Pero la vida familiar de estas abuelas es con frecuencia de alta exigencia y de alguna manera su  capacidad física y emocional se resiente en el desempeño de múltiples labores hogareñas que le impiden desarrollarse como persona individual, manteniéndose siempre al servicio de estos miembros de la familia que frecuentemente están demandando su atención. Es probable que la presencia de alguna enfermedad asociada debilite aún más sus fuerzas físicas y psíquicas.
La OMS reconoce el abuso del rol de abuela como otro tipo del maltrato hacia la mujer. En el 2003, la psicóloga Encarni Liñan, realiza un estudio para saber más de este síndrome y aplica el  “Cuestionario del Síndrome de la Abuela esclava” partiendo por plantearse las siguientes preguntas: ¿Por qué esta abuela se siente tan comprometida? ¿Por qué no se liberan de esta carga? y ¿Por qué asumen estas situaciones como suyas? ¿Por qué la abuela y no el abuelo?
Algunas respuestas que se plantea la psicóloga Liñan ante el Síndrome de la Abuela Esclava son: por la educación y valores aprendidos, porque se sienten responsables del permanente cuidado de la familia y porque es una forma de seguir sintiéndose útiles. Y ¿Por qué es la abuela y no el abuelo? Porque nuestra cultura androcéntrica nos ha enseñado que la mujer es la cuidadora natural, los hombres asumen el rol de cuidador sólo cuando no existe o no está disponible un miembro femenino de la familia. El abuelo tiene otras funciones más ociosas con los nietos (juegos, paseos, cuentos etc.)
Entre los principales resultados a los que llegó el estudio de la psicóloga Liñan fue caracterizar a la abuela esclava como:
? Mujeres que cuidan a sus nietos de forma sistemática.
? Mujeres que cuidan a familiares enfermos de forma sistemática.
? Mujeres que tienen excesivas responsabilidades familiares en función de sus capacidades.
? Mujeres que no tienen libertad para tomar decisiones.
? Mujeres que no disfrutan de su tiempo libre como ellas quisieran.
? Mujeres que apenas tienen relaciones sociales.
? Mujeres que por cuestiones culturales y familiares se sienten obligadas a asumir demasiadas responsabilidades.
? Mujeres que tienen miedo a quejarse por represalias familiares (retirada del cariño, chantaje emocional).
? Mujeres que consciente o inconscientemente saben que se está abusando de ellas, pero no tienen ni los recursos, ni los medios necesarios para hacer frente a estas situaciones.
? Mujeres que posiblemente se sientan maltratadas.
Además, hay que sumarle a lo anterior que son mujeres con baja autoestima, altos niveles de dependencia emocional, pérdida del rol social y bajos niveles de ingresos, lo que las obliga a vivir con otros o a depender económicamente de ellos.
Respecto del tema del Síndrome de la Abuela Esclava, la invitación es primero a reconocer que existen las abuelas esclavas, desarrollar una conciencia familiar y social que genere acciones preventivas y aumentar las ayudas sociales a las familias.
Aportando también un perfil de la abuela feliz, siendo ésta la que; proporciona bienestar a la familia, ayuda a sus hijos y familiares en función de sus capacidades físicas y emocionales, no tiene responsabilidades directas con sus nietos de forma sistemática y tiene libertad para decidir qué hacer con su tiempo.
Por esto la invitación el 15 de junio a sentar una voz de protesta por el maltrato al adulto mayor.

YINET TRUJILLO OCHOA
Gerontóloga contratista

 

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